13 marzo 2007

Publicidad gratuita

La verdad es que no me gusta nada la publicidad gratuita, así que cualquier marca que pueda sacar beneficio de lo que yo pueda decir normalmente no la nombraré. Si ataco a alguna ya veis que en algún caso la identifico claramente. Pero no será esta vez.

La verdad es que a veces aparecen ideas geniales. Pocas veces salen de la nada, porque lo normal es que todo el mundo se base en cosas que ha visto antes. Unos más que otros, y algunos fuera de la ley. Este último caso es el depredador parásito, como cierta multinacional. Ese caso es el que no debe existir, pues destruye la innovación. El otro es el que ayuda al avance de la humanidad. Pero no van a ir por ahí los tiros en este caso.

La cuestión aquí es la genialidad de algunos publicistas para poner el producto donde quieren. Algunos consiguen canciones que repite la gente, marcas para designar productos genéricos, u objetos de uso, caso muy común. Pero este último caso, como todos, admite múltiples variantes. Toda la publicidad se basa en lo manipulable que es el ser humano.

Las Fallas de Valencia son un buen lugar para hacer publicidad, dada la masificación de gente que se produce. Los luminosos de las fallas ya no sólo anuncian la comisión, sino que ahora también incluyen marcas de cerveza, casas de muebles, y algunos otros comercios de la zona correspondiente. Las barreras lo mismo. Empezó suave y ahora es exagerado. Tras esto llegamos a algo sencillo y efectivo. Una gran maniobra publicitaria. No era nueva, pero estuvo bien aplicada. En las mascletàs se agolpa muchísima gente. Muchas veces han pasado chicas repartiendo objetos publicitarios, pero la última vez fueron unos "aplaudidores". Increible efectividad. Miles de personas haciendo publicidad gratuita de una empresa que ni siquiera es ya española. Y luego me dirán que el ser humano es libre. Yo fui libre de no hacer publicidad. Me temo que fui el único. La masa borreguil no pudo conmigo.

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